La jornada teletrabajando ha sido agotadora y larga. Este confinamiento
intenso que nos envuelve absurdo de distancia. Tú, trabajando abajo, yo
haciéndolo al final de la escalera, alargando sin tregua las distancias…
Pero todo cambia, cada día, al acabar la jornada.
Me he duchado y maquillado, como cada noche, me he vestido de esperanza…
y bajo la escalera despacito para encontrar la sorpresa que hoy me guardas…
Estoy aquí, rodeada de velas, ya me esperabas… y..,
¡Es sabroso, elegante y exquisito el gusto que despliega en la punta de
mi lengua, la redondez que depositas en mi boca!
Tus dedos rozan mi mentón y, delicados, toman mi barbilla. Sentada,
amarradas mis manos con la seda sutil de tus corbatas, me turba el roce de las
tuyas mientras tanto, y me encojo y me estiro estremecida, apoyada en el firme
cabecero donde, como alas, pugnan con los brazos por desprenderse del cuerpo,
ingrávidas, y alcanzarte.
¡Hoy tú diriges el Juego!.. Ese juego infinito que jugamos antes de
reventar frente al deseo, un día cada uno con su invento.
Mis papilas aletean juguetonas, previos los labios, que ávidamente
rodean el fruto que me ofreces, y deslíen, grano a grano, la sal de los
recuerdos fluyéndose hacia mi garganta, mientras salivo por todos los poros y
orificios de mi cuerpo.
Mis piernas, separadas, reciben la caricia del aliento inminente de tu
fuerza, arrodillado tú entre ellas, frente a mí, eliges algo nuevo y diferente
para arder la locura de mis párpados cubiertos y erizar cada vaso de mi piel
con la caricia etérea, apenas leve, que me obliga a juntar las rodillas,
penitente, avanzando mi pelvis a tu cuerpo, mientras las yemas de tus palmas
perfilan mis pezones, erguidos del destello de tu ser.
La venda, alrededor de mis ojos, recoge la humedad de mi anticipo y se
mantiene a duras penas en mis sienes palpitantes, repletas de delirio, mientras
me elevo en aullido y succiono el fruto, anhelante, entre tus manos, el licor
sabroso fuerte que destila… ¡Durante el Juego!.
¡Me deshago en quejidos y gemidos, deseando gritar mil veces “SÍ”… sin
conseguirlo!.
Sigue el fruto en mi boca, duro y firme, tibio, y me invita a morder
mientras un suspiro infinito me ahoga por dentro hasta la “muerte”, cuando
siento tus dedos en mi vientre, apostar a mayor dentro de mí.., y mis pechos se
enlucen, diletantes, del precio que se paga por tenerte, del mundo que te pido
en por venir.
Mientras, me vierto en sal de mar irrefrenable, con la caricia, desde la
punta de mi lengua hasta la “perla” erguida del centro de mi ser, que como roca
en lava se desborda por desearte dentro, más, mucho más adentro, en éxtasis me
aloca por eras estelares, senda, arrebato, oleaje, en quimera de tí.
¡Es el Juego..!, y aún apenas me tocas, ese que nos perfila y nos enroca
y que nos hace alcanzar la cima cada día, luna blanca, antes de rodar perdidos
en el ansia vagabunda de los sueños y del abrazo de la desnudez.
Luego, desfondada, espero el culmen inagotable de la pasión y de la sed,
eterna diosa en tu deriva rota, antes de que me empieces a tener.., previa y
harta de plenitud barroca…
¡Porque sí, antojo… es salada, madura y delicada… la almendra que
deslizas en mi boca!..
… Hoy en la radio, tras los datos de la pandemia, han comentado que el
sexo y el deseo mejoran las defensas.
Autora. Hétera
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