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APORTACIONES de Creadores:

viernes, 30 de octubre de 2020

En el estudio de: Olivia Caballero

En tiempos de pandemia y confinamiento tampoco OLIVIA CABALLERO (Pintora y mucho mas) pudo estar quieta y creó docenas de obras en distintas técnicas


Como muestra bien vale un botón:


Definición de Pudor: Vergüenza de exhibir el propio cuerpo desnudo o de tratar temas relacionados con el sexo.

Me considero una persona bastante pudorosa a la hora de mostrar mi cuerpo (lo de hablar de temas sexuales ya es otro cantar 😅…). Más allá de los complejos que todos tenemos y en muchos momentos incluso llevamos al extremo, creo que en muchas ocasiones lo explícito robaría toda la magia de la sensualidad al momento. ¿Éste cuadro transmitiría lo mismo si no tuviese las manos delante del pubis? ¿Sabríais decirme sin mirar la imagen de qué color son las uñas de la mujer? Si lo habéis tenido que pensar durante más de un segundo significa que vuestra fantasía se activó…

Pero la realidad es que ella no retirará las manos hasta que no decida cuándo, dónde y delante de quién hacerlo. Eso es libertad.




" H e l l - P " autora: Hétera

 Lucifer se había levantado con cajas destempladas.

Antes del desayuno habitual, en el que siempre caía alguna gorgona (las pobre intentaban salir siempre a “trabajar” antes de que él hiciera su estelar aparición en el salón del trono), y su baño de lava ardiente, ya había hecho explotar a nos cuantos siervos inferiores y abrasado, entre alaridos, sin “juicio” previo, a varias almas descarriadas.

El confinamiento producido en el mundo por ese extraño virus, COVID-19, del que los humanos hablaban estremecidos –y que nada tenía que ver con sus maquinaciones en el averno- había hecho descender bruscamente las previsiones de almas en llegada,  incluso en “depósito”, poniendo en grave peligro el halagüeño presupuesto aprobado a finales del año anterior, con el que los resultados de su gestión para este, se prometían felices. Si las cosas no mejoraban, a estas alturas del año, serían el hazmerreir de los cielos e incluso él, perdería la apuesta con Dios, que hacían cada inicio de año… por primera vez en siglos no quedarían en “tablas” o sería el ganador.

Así pues, tras el baño, debidamente acicalado con sus más acres ungüentos, reunió a los príncipes del infierno en la sala de reuniones. Allí, estaban todos. Él y los 6 grandes demonios, representantes de los 7 pecados capitales… y, entre ellos, destacando especialmente, Asmodeo, en su escamosa piel… ¡El Señor de la Lujuria!

Satán arremetió contra todo y todos, culpándolos de la situación, sin atender a la queja generalizada de que, prácticamente, ningún ser humano salía a la calle. Sólo lo hacían los que, obligatoriamente, debían trabajar para los demás, y así era complicado penetrar en sus conciencias o e sus almas, sin estar a menos de un metro de ellos… ¡Era muy difícil, si no imposible, hacerles pecar! No es que no hubiese malas personas en las casas, que las había (desde psicópatas y ladrones, hasta envidiosos y maltratadores), pero, en esta situación, no eran fáciles de alcanzar de alcanzar. Sucedía lo mismo en cada una de las divisiones que gobernaban.

Satanás se dirigió directamente a Asmodeo, que fingió una sumisión que no sentía (si se despistase un poco le destronaría sin pensárselo).  A él, uno de los tres grandes príncipes, junto con Aamón y Leviatán… Y con su ronca e intimidadora voz, interrogó,

-      -    ¿Qué hay de tu área, Asmodeo? Es una de nuestras bazas más sensibles, pero debería ser segura… y sencilla… Todos esos estúpidos humanos aman y gozan del placer y el deseo…

-        -   Mi señor, están encerrados en sus casas, la mayoría solos, o con sus mascotas…

-         -  …¡Uhm!.. Eso debería ser una fortaleza…

-         - …Se cansan entre sí, mi Rey, incluso de sí mismos. Asesinan el tiempo al acompañarse unos a otros y, si uno de ambos fuerza o violenta al otro… Acaban por salirse de mis competencias… Pero confía en mí, ¡Oh Satán! No te arrepentirás

-        - Así lo espero por vuestro bien… -En el ojo de Lucifer destelló un brillo de maldad y placer. Se relamió.

A pesar de todas las diferencias y problemas planteados, entre todos, consiguieron perfilar una estrategia y dieron por terminada la reunión… Y, con las mismas, cada uno, con sus mañas y poderes, excepto el gran Señor, Lucifer, que bastante tenía con ejercer la soberbia y mantenerla viva en todos y cada uno de ellos, salieron al mundo de los humanos con sus enredos, triquiñuelas, disfraces y artimañas.

En las calles, nadie…

Lilia, amaneció algo alicaída. Sobrellevaba bien el confinamiento. Charlaba con su gatita, teletrabajaba y mantenía contacto habitual con su familia y amigos. Todos los días preguntaba a su gente sobre su salud y enviaba chascarrillos para mantenerlos en buen talante. Si alguien decaía, intentaba darle conversación animada y poner en evidencia la ventaja de estar sanos y tener el amor y el contacto de los suyos. Pero justo hoy, estaba un poquito de bajón, se preguntaba que, si esta pandemia se alargaba y la vida se convertía sólo en estar encerrados, aislados unos de otros, no poder estar frente a frente con nuestra gente, verles la cara físicamente al hablar, y pasear tranquilos y abrazarnos y tocarnos… valdría la pena.

Sacudió la cabeza, “¡Olvídalo... Estás sana y todos los tuyos también!”, y se metió en la ducha. Encima, hoy, le tocaba a ella trabajo presencial en el Juzgado. Bueno, al menos, “olería” las calles… ¡Era una buena persona! y se preocupaba e intentaba ayudar a todos y no dañar a nadie, ni aprovecharse de su superioridad.

Asmodeo eligió su aspecto sierpe para esta gestión en la superficie. Se transformó en un pequeñísimo, casi invisible, cuélebre. Podría disimularse en cualquier resquicio o rendija. En cualquier surco… y esperar el momento oportuno…

Llevaba meses observando a Lilia. Tan buena chica, con su manera de preocuparse por los otros. Le producía un inmenso placer plantearse tentarla y era todo un reto profesional conseguir resultados y hacerla caer. Suponía una gran oportunidad y una presa casi segura, ya que llevaba nueve meses sin una relación sexual, desde su última ruptura, pocos meses antes del confinamiento.

Así que, se introdujo por debajo de la puerta de la casa y se instaló cómodamente en la costura del cuello del suave jersey de angorina que Lilia había dejado sobre la cama para vestirse.

Lilia salió del baño, secándose el corto cabello con una toalla. Cogió una taza de café recién hecho y se fue a la habitación, apurando un sorbo y dejándola sobre la mesita de noche. Dejó caer el albornoz, que resbaló erizando su piel, hasta el suelo y comenzó a vestirse. Sus movimientos eran delicados y dulces, le gustaba pasar un rato agradable y tranquilo en casa tras levantarse, así que madrugaba lo suficiente para tomarse su tiempo.

Asmodeo la miró desde su cómoda costura… Desnuda. Tenía unas proporciones más que deseables y sintió la excitación de su parte masculina más humana, revolviéndose desde sus ijares… ¡Uff! Le recordaba tanto a otra Li, como él solía llamarla. Lilith, que se había plegado de buen grado a todos los juegos que a él se le habían ocurrido, desde allende los siglos.

Ella, ajena a la vigilancia a la que era sometida. Siguió. Escogió una braguita, casi tanga, de algodón, muy cómoda, pero no por ello menos atractiva. Sentada en la cama, la puso en sus tobillos y la subió hasta sus caderas… Asmodeo salivó, desde la costura, casi sin poder contenerse… En otras circunstancias se hubiera manifestado en su esplendor de bestia infernal, con su masculinidad enorme y la hubiera tomado, ya fuera a la fuerza… ¡Oooooh!... su pequeño disfraz casi a punto de estallar… Pero no, eso no podía ser, necesitaba su alma… Ya se encargaría después de mantenerla enganchada hasta que llegase el momento de la entrega.

Lilia, con su ropa interior puesta y el suave brassier, recogió el agradable jersey de angorina y puso las mangas en sus antebrazos para meterlo por su cabeza, ya casi seca. ¡Era el momento!... Asmodeo reptó de la costura por el cuello de Lilia y se coló por el agujero de su oído izquierdo. Le envolvió el calor de la hembra humana, del interior de su organismo, y se esponjó encantado. Rápidamente se dirigió a los conductos de su nariz y, de allí, a la garganta. Podía empezar a trabajar, el propio cerebro era accesible desde donde se encontraba.

Lilia sintió una ligera picazón en el cuello, se rascó (casi le pilla…) y notó una especie de descarga… ¡Aaaahhhggg!, ¡qué calor!... De repente sintió como la invadía una ola de lascivia y empezó a sentirse húmeda. ¿Qué estaba pasando?... ¡Ah, claro!, la pandemia había comenzado cuando hacía sólo seis meses que había roto su relación, llevaba nueve meses sin tener sexo. Había habido algún que otro escarceo pero nada que la hiciese temblar. Eso debía de ser. De pronto notaba como su cuerpo se revolvía y exhalaba deseo. Un deseo irrefrenable. Se acordó, tres noches atrás había cenado con un “amigo” que le gustaba. El había intentado todos sus argumentos, buscado los recovecos, pero ella se resistió, aunque se puso a tope. Sólo se habían visto dos veces. Pero ahora el recuerdo le enardecía…. le satisfacía.

Lilia, se planteó perder un ratito consigo misma, ¡Total, sólo se había puesto el jersey! Era fácil. Se miró hacia mas abajo y vio sus piernas desnudas y entonces, sin saber muy bien cómo, se imaginó al amigo subiendo por ellas desde sus tobillos..., beso a beso, lamiendo la corva de sus rodillas, arañando sus muslos con desenfreno… Como de soslayo, pensó en la mascarilla de él, cayendo de su boca para hundir su cara entre sus muslos. Incluso notó su aliento caliente erizando su pubis y enervando su clítoris… Se dejó caer de espaldas sobre la cama y llevó la mano a su entrepierna.

Experta en sí misma, pellizcó suavemente sus labios menores y hurgó hasta hallar aquel botoncito rosado que tanto le divertía, lo acarició con pequeños golpecitos y le pareció que se iba a desmayar de placer…. Mientras, con la otra mano rebuscaba frenéticamente en el cajón abierto de la mesita de noche, con absoluto delirio e impaciencia, el vibrador que guardaba en el mismo.

Asmodeo, bien instalado en la garganta de Lilia, movía los hilos, le susurraba deseos y reventaba él mismo a cada espasmo de ella… Le ordenó mirar sus piernas desnudas y se relamió de gusto. Notó como Lilia se encharcaba, como si fuera él mismo, como si la tocase sin inducirla… ¡De momento, llegaría tarde al trabajo!

Fue entonces cuando observó al microscópico ser. Una pequeña, mínima bolita que parecía cubierta de tachuelas. Y se movía, estaba viva. Asmodeo nunca había visto algo así… Pero, ¿quién sabía? Si  “jugaba” con aquel ser contenido en el cuerpo de Lilia, la volvería loca de lujuria, de deseo, con sus propias invenciones. Ella no podría controlarse en todo el día. Todo le daría igual… las cosas y las personas. No apreciaba ningún riesgo para sí en ello, así pues, se acercó al pequeño ser que parecía ajeno a  su presencia y empezó a restregarse contra él sintiendo como se inflamaba todo su sistema límbico. Fue como estallar en luminaria, envolverse en un calor abrasador e incontenible, buscó algún orificio para penetrarlo, y encontró una ínfima fisura en la gónada… No dudó en introducirse en ella.

Lilia, jadeaba de intensidad y placer sin poder contenerse, preguntándose a sí misma cómo había llegado hasta ahí. Con el vibrador en la mano rozó su clítoris y creyó que iba a explotar. Extasiada, fue bajando poco a poco hacia el orificio de su vagina, embadurnada en un mar de desenfreno… Se entretuvo subiendo de nuevo mientras mordía sus labios ávidamente hasta casi sangrar y pellizcaba sus pezones, fuera del brassier, con el jersey recogido hasta el cuello.

Tuvo varios orgasmos ya antes de situar el “pene” mecánico en la pequeña boca, abierta como una flor que se deshojaba entre sus piernas, completamente lubricada y lo introdujo dentro de sí a media potencia… No tenía prisa (¡O eso creía!)… y quería darse su tiempo. En un éxtasis incontrolable, gemía y gritaba sin ningún pudor por la temprana hora de la mañana o de lo que pudieran imaginar sus vecinos… Es más, no existían…

Asmodeo coleó dentro de la mullida bolita que se agitó con un sesgo nervioso y despidió una llovizna aerosolada e intermitente hacia él… Se retorció de placer, oyó unos gritos ahogados en al lejanía, en el exterior, y una explosión de colores se repitió varias veces, haciéndose más vívidos con cada envite y contracción del cuerpo de Lilia.., el olor de la lujuria invadía el presente por completo ¡Toda la lava y las brasas del infierno se habían hecho presentes!... De repente, se sintió expelido hacia el exterior del organismo, como si se desplazara en un mar de fluidos abrasantes… ¡Nunca había percibido nada igual!... Lilia era un tesoro recóndito y aún le quedaba mucho por descubrir en ella. Una especie de torbellino le absorbió haciéndole perder el sentido del momento… A él, a Asmodeo, engullido en un terremoto de sensaciones irreverentes…

… Lilia, con el vibrador ahora a máxima potencia, estalló toda en un alarido insostenible, mientras los matices, los efectos y el despertar de sus sentidos batían su cuerpo como un mar embravecido. ¡Nunca… jamás… había alcanzado un orgasmo como aquel!, con tanto lujo de matices, como si su cerebro estuviera poseído. Temblando como una hoja al vaivén del viento, sacó el vibrador de su interior y se acurrucó en la cama, encogiendo las piernas para evitar que el efecto se desvaneciera deprisa… luego entró en un letargo sublime…

Asmodeo se deslizó fuera de ella por la boca entreabierta y susurrante, los ojos cerrados, dejándose caer por es sobreesfuerzo, y se quedó allí descansando junto a su labio inferior, observándola con sudorosa complacencia. Tenía que saber qué clase de ser era aquel que podía encontrarse dentro de los humanos y generar aquellas profundas y febriles impresiones. Ya lo investigaría…

Lilia se espabiló… Las 8,40 lucían como locas en el despertador luminoso sobre la mesilla. Tenía que salir disparada. Fue al baño, se lavó precipitadamente, aún con la sensación de los espasmos en su piel y sus genitales, y sonrió maliciosa… ¡No podía parar! Hoy se quedaría trabajando hasta tarde. Esperaría en el despacho a que llegase el limpiador. Aquel morenazo imponente al que siempre miraba distraída. Hoy se lo iba a tirar… ¡Y que no se resistiera! (sabía que él tenía pareja, habían hablado amablemente muchas veces)… Y si lo hacía, si no la complacía como ella quería, aprovecharía su posición de poder y le amenazaría con denunciarle por acoso e intento de abuso hasta que le despidieran… Cuando subió a su coche una mueca diabólica y una sonrisa concupiscente adornaron su rostro para no desaparecer en todo el día…

Cuando Lilia salió de casa, Asmodeo se hizo presente. Estaba complacido, y aprovechó, aún otra vez, para masturbar su brutal órgano con el albornoz olvidado sobre la cama, recordando la desnudez de ella y todas las sensaciones percibidas. Su gemido fue diabólico y salvaje. Estaba pletórico. No soltaría esta presa de ninguna manera. Luego, entre vapores azufrados, regresó al infierno para rendir cuentas y un preciso informe sobre sus gestiones a Lucifer. Este se mostró muy, muy satisfecho.

… Dos días más tarde, Lilia tuvo fiebre, empezó a toser. Se había contagiado de Coronavirus. A pesar de todo, era una mujer sana y previsora, así que, aunque lo pasó muy mal, lo superó. Diez días jodidos, completamente aislada, con muchos dolores y fiebre y un par de visitas a urgencias con un asma incipiente, que la obligó a requerir varias horas de respirador cada vez. Pasado lo peor y, por fin, negativa en la PCR, otros catorce días más de confinamiento absoluto, en prevención, por sí misma y por los demás (ni siquiera se acordó del amigo, con el que había cenado ya infectada, o pensó en el limpiador del juzgado, que, a regañadientes y acorralado, se había resistido hasta que no pudo aguantar más su lascivo oleaje).

… Cuatro días más tarde, se revolvió el infierno. Asmodeo comenzó a tener extraños síntomas, como nunca jamás se habían visto en el averno. Tenía un frío continuo y no cogía temperatura, temblaba y eructaba unos extraños vapores sulfurosos que expulsaba intermitentemente como cerúleas nubecitas y esputaba un fluido verdinoso que asqueaba incluso a los más avezados moradores… Pocos días después, Lucifer tuvo los mismos síntomas y problemas… y un par de semanas más tarde, el 80% de los seres infernales sufrían el mismo mal…

¡Si Asmodeo no hubiera sido inmortal, hubiera pensado que se moría!

… Igual que vino, el mal, se fue. Algunos opinaron que gracias a las altas temperaturas, las lavativas sulfurosas y las gárgaras de halógeno y helio. Los baños de lava ardiente hicieron milagros infernales. Los más “jóvenes”, resistieron mejor.

Lucifer, en su soberbia, se rodeó de todos aquellos de los que pudiera aprovecharse hasta sanar, obligándoles a cubrirse con sus mantos llameantes de la cabeza a los pies, mientras le atendían, negándose él a hacerlo, sin embargo, cuando alguien debía postrarse a sus pies para darle cuenta o atenderle.

Han pasado tres meses… Asmodeo no ha podido aún incorporarse a su mandato, retomar sus obligaciones y volver a sus lúbricas funciones. Su exposición fue de lo más directa (¡je, je, je!..) ¡Qué gran golpe para la gestión e implementación de la economía infernal!

 

Hétera

"Fragmentos de Arte y Poesía" por Gorgonio Sanjuán

 

En tiempo de pandemia y confinamiento 
tampoco ha podido quedarse quieto y entre otras muchas exposiciones internacionales organizó: "Fragmentos de Arte y Poesía", maridando lienzos con poemas milimetrados, y pintores con poetas que eran totalmente desconocidos entre ellos. Contó con la colaboración de Antonio Ruiz Pascual.



Lienzo (y detalle) de Luis Serrano con el poema de Félix M.F.

SEXconsultorio "ALMA y CARNE confinada" 002, por Lorenzo Rodríguez

-Doña Puri, Viuda y con hambre, todavía-

“Admirados señores y señoras, en primer lugar quiero agradecer el programa y el consultorio que tanta compañía nos hace en las noches de éstos domingos que debemos permanecer clausurados en nuestras casas, sin poder salir por el confinamiento, para evitar contagios del covid ese.

Estoy aprendiendo mucho. Ojalá, hace años, nos hubieran explicado las cosas del sexo tan claritas. También quiero manifestarle al señor Lorenzo que tiene una voz que fascina y “me pone”, como decís ahora.

Mi nombre es Puri de Purificación, tengo 69 años y llevo trece sin mi Paco, es decir de profesión viuda, y por consiguiente sin tener nada de un hombre dentro mío.

He de confesaros que los viernes tarde-noche en el baile del centro de mayores siempre me he apretado bailando a los hombres que me han sacado a bailar, tanto viudos, como casados, incluso con sus mujeres delante, de esas que siempre andan de cotilleos y hablando del famoseo dejando descuidados a sus machos que solo piensan en hincar y apretar la cebolleta (como se decía antes). Al llegar a casa sofocada y con ganas, todos los viernes noche, me he tocado y acariciado, ahí abajo, pero no he llegado a esa explosión que dicen que es un orgasmo.

Dos amigas, mayores que yo, también viudas y mas lanzadas me han dicho que me compre un vibrador de esos, van fenomenal y les lleva a la gloria, dicen.

Tengo vergüenza y algo de repulsión por esos trozos de plástico que parecen salchichas gigantes, los hay hasta de color negro, con ventosas, me han dicho. Qué diría mi Paco si me viera en un sex shó y usar esos artilugios. Pero, quizás, sea mejor eso que desear con tanto fervor la llegada del baile de los viernes para rozarme y pegarme a esas braguetas y trabucos hinchados de algunos paletones setentones que parecen con el servicio militar recién cumplido.

¿ Qué me aconseja usted, señor Lorenzo ?

¿ Podría lastimarme la zona,  después de tantos años con mi cueva cerrada a cal y canto ?

También me han dicho, mis amigas, que ellas se cortan los pelos de “ahí”, ¿es eso bueno? ¿Puedo coger infecciones?, claro que ellas sí “mojan”, como se dice ahora.

Siempre agradecida se despide su incondicional, Purita.


Respuesta:

Apreciable Purificación:

Te agradezco tus estimulantes palabras y debo rogarte que me disculpes por  retrasarme con la contestación. Como atenuante voy a reconocer que tienes razón, mi programa está resultando un rotundo éxito y se me acumulan las consultas, tanto por carta, como por email y en el contestador automático de la emisora. Esta circunstancia me tiene en un sin vivir y apenas me queda tiempo para repartir  flayers por los coches, labor con la que pago mis investigaciones epicúreas, además de que ahora me he apuntado a una piscina porque el vicio me va dejando en los huesos y hay que esforzarse para seguir en la brecha o, según se quiera decir, de raja en raja. Un consejero sexual tiene que ir acumulando experiencia, cuestión imprescindible para sacar buenas conclusiones.

En fin, vamos a lo que te ocupa-preocupa y a lo que no.

Reclamo tu atención hacia la mujer que eres o representas, estás en una edad tan maravillosa, 69. ¡Ay! Qué me pongo malito solo de pensar en este cachazo que tengo para que, por tus adentros, te enrede lo que echas a faltar de tu buen Paco. Mira, tampoco creo que con él la cosa estuvo para considerarla del otro mundo, de haber sido así, de locura, no hubieras aguantado más de dos años sin salchichón.

A mi entender y situándonos en el presente, en estos dos números tan bien ensamblados como el yin-yang, 69,  veo un dueto en el que, a falta de quien te ponga contenta, yo te marcaría una partitura en la que tú serías la soprano y mi menda haría de tenor. Es decir, tú emitirías unos dios mío tan en agudos que romperías los cristales del edificio y, en cuanto a mí, tengo muy buena lengua y ya está bien entrenada gracias a mi viudedad.

Ay, si no tuviera este chollo con mis clientas más jovencitas, ahora mismo te daría mi teléfono y te cascaría cuatro orgasmos por videollamada.

Puri, para ir introduciéndote en el tema, déjame llamarte Putificación. Pero, antes de seguir, quiero hacerte unas preguntas: ¿Tú, con tu Paco, no serías como mi Carmen conmigo? Ella se hizo difunta sin haber embocado más rabos que el de toro y/o el de cerdo?  ¿Tu Paco no te jugaba por ese sitio que señalas tan cursimente como “ahí abajo”? Seguro que no lo hizo bien.

El caso es que ahora tú ya eres divina, la suma sacerdotisa del templo. Déjate de bailes con olor a Nenuco, Massimo Dutti y naftalina. Lo único que sube en esos antros veniales es el precio de la Viagra. Entra en la sección de contactos para tener sexo, ya sea on line o en carne viva. Una mujer de tu edad debe tener amantes jóvenes para pasar los fines de semana sin salir de la cama, salvo para que te den goce por todas las oquedades de tu cuerpo y en cada soporte de tu casa. ¡Dios! Que te apretaran contra la mesa del salón y fueras penetrada desde atrás. Conteniendo los orgasmos para no correros, eso que se llama sexo tántrico, es lo más. Piénsalo bien.

Tú, los viernes, te vas a casa con unos calentones descomunales, vamos, que te imagino deseando cruzarte con el violador del ascensor para implorarle. Claro que te recomiendo los consoladores y lubricantes de sabores. Sí. Y no solo para cuando estás sola y desesperada, también para cuando engatuses a uno de esos chavalotes, tipo bombero de los que salen en calendarios solidarios luciendo un cuerpazo de hierro y nacido para apagarte los fuegos que se te encienden con los maridos de otras.

Puri, esas mujeres que están aburridas y hablan de los pingajos de Sálvame, igualmente están mirando a ver cómo le levantan la minga al marido de su mejor amiga, aunque sea para sentirse superiores por cualquier banalidad del orgullo caprichoso. Seguro que más de una vez habrán caído en las redes de alguno de ellos y que, para colmo de males, los nervios y la edad hicieron presencia y no hubo más enrojecimiento que el de la vergüenza.

Putificación, hazme caso y modernízate. Hasta puedes forrarte, si yo te distribuyo la publicidad. Imagínate una tarjeta que diga: Putifícate con la gran Putificación. Sexo vintage nacional con sabor a importado por cincuenta euros. 69 años de experiencia y privaciones, todo ello a disposición de tus sueños no alcanzados aún. Solo para hombres que no rebasen los 35 veranos. La copa es por cuenta de la casa.

Puri, conozco imprentas que te harán los flayers muy baratitos, por supuesto que yo me llevaría algo -aquí no me pagan y debo buscarme la vida-, y hay muchos jóvenes y bomberos, también policías, médicos, ingenieros y hasta legionarios, a los que les pone el sexo vintage. Tú y yo ganaríamos dinero y, si me tienes contento, también te dejaría que me hicieras alguna mamadita pero, todo esto, sin que se enteren en la emisora. El jefe es un borde y no vaya a ser que, por echarte una manita “ahí abajo”, me despida.

¿Te imaginas abriendo la hucha, la del dinero y la de la entrepierna, dejando que un jabato de 25 años te apriete mientras rompes las uñas clavándoselas en los glúteos para que te meta su serpiente y el veneno hasta el ombligo? ¡Lánzate ya a la caza del guerrero!

Puri, los hombres somos unos mindundis y bailamos a vuestro son. Ahí es donde tienes un consolador de carne y sin hueso. Un miembro calentito con el que puedas jugar a tu antojo, mientras lubricas tu vagina para que te penetre hasta donde el ansia haga que gimas de placer y te retuerzas. Has de saber que las mujeres tenéis más de ocho mil terminaciones nerviosas en ese montecito de Venus, en ese pubis que te imagino prontamente bien depilado para que el joven te devore como si fueras una exquisita crema catalana, más que unos espaguetis a la boloñesa que mal se enredan por la campanilla y entre los dientes. ¿Ves que tus amigas bien saben las ventajas del depilado?

Yo, si no quieres profesionalizarte o mientras lo piensas, te puedo dar alguna orientación práctica y enseñarte a restregar un pene entre los senos y el canalillo, también a lo que es hacerte una buena paja mientras masturbas al mozo. Puedes correrte, solo con  rozar su prepucio contra tu clítoris toda vez que, con la otra mano, te refriegas los ocho mil puntos del pubis.

Estoy siguiendo por Internet un curso de hipnosis y te propongo un ejercicio para despedirnos y yo hacer prácticas. Tendrás que contarme si ha salido bien. Va:

Relájate un momento y visualízate despelotada sobre la cama. Un cliente joven y curtido por el deporte te devora las tetas mientras tú, con una mano, aprietas su polla y se la meneas como quien tira del cordel para hace sonar las campanas de la iglesia en un día de gloria. Resoplas, jadeas y le volteas para sentarte sobre la dureza de un pene ardiendo bajo esos nervios placenteros de tu pubis. Colocas su escroto entre tu vulva y vuelves a masturbarle pero, esta vez, sintiendo que la polla es tuya, que te nace a ti, que el macho alfa eres tú.  Dale unos cachetitos en el culete, toda vez que continuas cascándote la polla que te arde, que a fuego y calambres te pide estallar. Córrete. Córrete y que el semen de tu volcán salte como lava. Córrete, grita y que tu flujo sea néctar. Córrete y no dejes de acariciarte, ahora suave, el sexo que te late para darte las gracias por hacerle vivo y por hacerte viva a ti.

Ahora bien, Putificación. Aquí, ya desahogada, he de decirte que te despojes de taras y comiences a plantearte el sexo, también, con alguna amiga. Si no te atreves con conocidas, yo puedo presentarte alguna cliente jovencita que se lo haría contigo. Mira, hasta me apuntaría yo.

Puri, si no te has calentado y llegado al orgasmo haciéndote tú una paja, perdón, masturbándote mientras me lees, es porque no estás a lo que hay que estar y tienes prejuicios tontos.

Deja en paz a tu Paco, él se estará tirando a Greta Garbo, a Sara Montiel y hasta puede que a mi Carmen. También en el cielo se folla, tanto o más que en el infierno y, por supuesto, más que en la tierra.

¿De dónde crees que vienen los angelitos y los demonios?

Lorenzo Rodríguez  “Aborto Chipirón”.


"Corazón confinado" Letra y Música: Juan Carlos Cristiano

Tampoco en tiempos de pandemia y confinamiento JUAN CARLOS CRISTIANO, Cantautor,  pudo estar quieto y entre otras muchas, compuso ésta canción: "Corazón confinado". 


domingo, 18 de octubre de 2020

"Englischer Garten (München)" Autor: Norbert Müller

          Llegamos al parque poco después de las 5 p.m., aún a tiempo de darnos otro revolcón por las verdes praderas antes de despedirnos de aquel miércoles, no antes de disfrutar del atardecer que, desde esa zona de Munich, y en esa especial época del año, lo llaman otoño, es un auténtico espectáculo máxime con unas cervezas de mas.

            La lengua de Greta es algo descomunal, desbordada, invasora, me recuerda a los rodillos de gamuza y bayeta de un autolavado. Me embadurna toda la boca, por dentro y por fuera, con su suave y esponjoso roce acompañado de esa tibia humedad que anula mi voluntad. No hay rincón que no se beneficie de sus movimientos de rotación, oscilación, vibración y ese intermitente vaivén del mete-saca y así: encías, lengua, dientes, paladar, amígdalas y hasta úvula y glotis, gozan disfrutando la caricia centrífuga de su lengua. En ocasiones Greta y sus habilidades bucales me hacen atragantarme y necesitar aire.

Extendimos en la hierba, como aislante, una legendaria manta a cuadros que siempre ha dormido en el maletero de mi destartalado Volkswagen Beetle (escarabajo).
           Como esos muñecos del imán en sus boca que no pueden dejar de besarse, así somos nosotros.

        El sol, con sus últimos rayos, todavía calentaba un poco hasta que sorpresivamente se hizo la sombra entre nosotros: dos armarios de al menos un metro noventa, der polizist, se situaron de pie junto a nosotros y solicitaron, con cara de pocos amigos, la presencia de nuestras mascarillas anticontagio por covid-19 que, según normativa gubernamental, todos debemos llevar puesta y en su defecto, según circunstancias, es imprescindible llevarla encima y debidamente colocada para moverse por cualquier rincón de la ciudad. Munich parecía una fiesta de sonámbulos en busca de la penúltima pinta. Vaya Oktoberfest mas mortecino y aburrido por culpa de la cruel pandemia.

         Der polizist secos y contundentes repitieron:

            - Bitte zeigen Sie uns Ihre Masken (por favor nos muestran sus mascarillas).

         Greta abrió su bolso-mochila y mostró su mascarilla quirúrgica al tiempo que yo recordaba la mía, colgada sobre el retrovisor interior del viejo escarabajo.

          Greta, sabiéndolo, no lo pensó dos veces, se puso en pie, con la mascarilla puesta y con un zigzag de sus generosas caderas hizo descender su ropa interior inferior, luciendo el hermoso contraste que ofrecía su tanga sobre sus muslos genuinamente germanos y aún bronceados que terminaban en unos poderosos pies coronados por unas uñas con manicura francesa, que custodiaba tras sus sandalias heavy. Tras un nuevo movimiento de baile quedó liberada por completo de la prenda, ante el estupor y sorpresa de los agentes que quedaron boquiabiertos, cuando Greta, con una naturalidad y desparpajo muy de ella, introdujo la tanguita en mi cabeza haciendo coincidir el triángulo lencero frente a mi boca y nariz. Los policeman se miraron entre ellos y Greta comentó aliviada, solucionado!

 - Caliento siempre la mascarilla para que Norbert no se me constipe, y mucho menos coja la gripe, que está la cosa muy mal y el es inmunodepresivo, dijo (por si aún pensaban en multarnos…)

    - Suerte tener una novia tan detallista.  Buenas tardes, dijeron. Prosigan disfrutando de éste atardecer que no ha de repetirse.

 - Gracias a ustedes por velar por el bien y salud común. 

            Al segundo, entre carcajadas mudas y con nuestras “mascarillas” instaladas, volvimos con mas ansia, a los abrazos, besos y revolcones que en aquella tarde nos regalaba her Schicksal (señor destino) sobre la estropajosa manta a cuadros, lejos, muy lejos de la Dexametasona y los respiradores hospitalarios.

jueves, 15 de octubre de 2020

SEXconsultorio "ALMA y CARNE confinada" 001. Por Lorenzo Rodríguez

Consiguiendo la plaza de Coordinador.

El abajo firmante, Lorenzo Rodríguez, residente en Carabanchel (Madrid-Spain), donde los días son extremadamente humanos, hace constar su interés en optar a la plaza de locutor-coordinador del programa “Alma y Carne confinada”, por ustedes convocada con motivo de la reorganización de su emisora a causa de la Pandemia declarada mundialmente y que está ocasionando variados cambios en el comportamiento de la ciudadanía.

Adjunto curriculum (breve biografía) actualizado y razonado, aunque no muy políticamente correcto, de mi recorrido vital, no duden en consultarme cualquier duda sobre mi refinada profesionalidad y actitudes ante la vacante anunciada.

 

            Porque me gusta poner la oreja cuando ando de bares por el barrio, escuché que usted quería abrir una consultoría sexológica en Carabanchel, con poesías, relatos, fotografías y cosas así por las paredes. Yo no soy poeta ni nada de eso, estoy jubilado en el gremio de las Artes Gráficas en la especialidad de Compositor Manual “Cajista”, y me debato entre las manifestaciones para arreglar lo de la pensión, el Covid 19 y el extra que me saco cada día repartiendo publicidad. Puede que la haya dejado alguna en su coche, si. Reparto tarjetas con el teléfono y la dirección de clubs y casas de placer. O, si lo prefiere, de putas.  Así que he sabido dar con su dirección y le escribo por si, a modo de presentación y si es que en un futuro quiere contar conmigo, desea un buen profesional especializado en todo tipo de coños internacionales y sus realidades tan desiguales. Le voy a contar:

            Mi padre llegó a este distrito como militar de Franco. No, perdón. No me refiero a usted, hablo del que estaba en la Basílica del Valle de los Caídos. Si. Fue el detalle que facilitó a mi hermano Germán, el mayor de todos, el ingreso como funcionario de prisiones en la cárcel de Carabanchel. Si. Mis padres y hermanos llegaron a Madrid el mismo año en el que murió el Caudillo, cuando yo aún era esperma en proceso de formación. Si. Franco falleció en El Pardo mientras yo nacía en el Gómez Ulla. Me llamo Lorenzo y soy el pequeño de los veintidós hijos que parió mi madre. Ella, abnegada esclava de la polla de mi padre, un oficial chusquero, murió en mi parto. Si, soy nonato. Y viudo desde hace diez años.

            Si, mi Carmina y yo no tuvimos hijos. Al principio fue la fimosis y porque me ponía nervioso, si, antes de aflojarme la correa ya me había corrido. Después, al año y medio de casarnos, la vida quiso que mi difunta tuviera que vaciarse por el cáncer de ovarios que la invadió. Entonces no hubo metástasis pero, con los años, otro cáncer creció en su páncreas y me la quitó. Siempre la quise más que a mi sombra, si. Nunca, en vida de mi Carmina, me acosté con otras mujeres. Ni tan siquiera lo deseé.

            Sí. Lo de mi eyaculación quedó superado antes de que llegara el cáncer de ovarios, gracias a que me operé de fimosis en una clínica particular. Ya sé que debí hacerlo años atrás, en la mili que te lo hacían gratis, pero la vergüenza es madre de todo lo que va al revés y lo dejé pasar.

            Así que viudo, solo en la vida y estando aún en edad de tener sexo, por lo tímido que nací me resultaba imposible entablar conversación con una mujer, salvo con las del supermercado para pedir los productos y con las cajeras para pagarlos. Y, joder, también que la huella de mi Carmina era muy profunda. Si hasta fue ella la que me habló por primera vez, se me acercó para invitarme a un guateque. Tonterías, se había dado cuenta de que me gustaba y quiso cazarme.

            Pero vamos que, con el tiempo, a mis años y ya viudo, harto de entregarme a la manogamia y de dormir entre el olor de las sábanas que paja a paja me cobijaban, estuve a punto de dejar que me la chupara aquel maricón que se me acercó en los baños de una cafetería, en la Plaza de Vista Alegre. Por eso, cuando vi la tarjeta presionada por el limpia parabrisas de una furgoneta de reparto, decidí probar con aquella mujer que abría las piernas sobre una cama para lucir desnudas sus exuberancias. O sea, el coño y las tetas como piezas de catálogo. Sí, las enormes y morenas tetas que se descolgaban hacia los lados para anunciarte el pajote que pudieras hacerte entre ellas y el canalillo. Y más abajo, aunque en primer plano y como si fuera la ranura de la boca de la rana por la que colar las fichas, un supercoño humedecido y dispuesto a recibir a todo el que telefoneara deseoso de pagar su precio en euros. Me extrañó que no tuviera pelos, parecía extranjera, sí. Y, si enseñaba tan libremente los labios de aquel llamativo coño pelado, de aquella bella sonrisa vertical, supuse que la calva era más por una moda de higiene entre prostitutas que por una enfermedad venérea.

            Mi Carmina siempre lo tuvo con mucho pelo rizado, por eso jamás se lo vi. Una vez, aún éramos novios y gracias a mi férrea insistencia, ella me estaba haciendo una paja en el Cinema España y en bromas le dije que me gustaría pasar la lengua por su clítoris. Me llamó guarro, dijo que solo pensarlo le daba grima y dejó de meneármela. Insistí en que terminara, pero no tuve más suerte que la desgracia de quedarme con la polla como si fuera la torre de Pisa. Si. Finalmente se me fueron las ganas por el ataque de mala leche que me arrebató. Suerte que mi ángel de la guarda me visitó aquella noche y me corrí soñando con Marisol, sí, la novia de España.

            Creo que, desde entonces, esa castrada asignatura bucal quedó pendiente en mi subconsciente porque, como quien recibe un advenimiento, de repente supe que el coño de aquella prostituta o, como dicen ahora las feministas, mujer cosificada la que posaba tan provocativamente sobre el parabrisas de la furgoneta de reparto–, me esperaba a mí.

            Sí, claro que sí. Llamé desde una cabina, obtuve cita, acudí tan nervioso como el que no sabe dónde se mete, o la va a meter, y terminé pagando veinticinco euros por estar menos de cinco minutos lambisqueando aquel supercoño. Fue justo el tiempo que tardé en correrme porque, mientras tanto, ella se restregaba mi polla entre las tetas, a la vez que me comía los huevos. Toda una nueva experiencia para el inicio de mi gran aventura. Claro que salí disparado para contárselo a mi amigo Félix, no me creyó y se rio de mí. Pero le inspiré y escribió un poema que tituló, Tango y lamento de un indigente de amor. Mi amigo Félix es argentino, que se llame igual que usted ya es otra casualidad.

            ¿Que vaya al grano? Sí, señor director, voy al grano. De acuerdo que hasta aquí todo es corriente y se estará preguntando que por qué le escribo para contarle esto que no le va ni le viene pero, verá usted. Desde entonces tengo los ojos bien abiertos y cada día descubro nuevas costumbres ocultas en la condición humana, por eso sé que ningún@ de sus soci@s se asustará con lo que vengo a proponerle.

            Se preguntará que si a mi edad esto es normal, pensando que estoy retrasado o que soy un viejo verde. Puede que tenga razón, yo qué sé. Pero lo cierto es que gracias al genérico de la Viagra que me regala una prostituta argentina, casualmente también paisana de mi amigo Félix, y a mi trabajo repartiendo tarjetas de pisos con servicio de alcahuetería y de burdeles con extranjeras de más países de los que se estudian en geografía, tenga en cuenta que no solo reparto por Carabanchel, si, el vicio y negocio del sexo galopa, como buena droga, por todos los distritos de la capital, hasta en los de esos fascistas que van con el cuello largo por la Plaza de Colón, venía diciendo que, gracias a la Viagra y a mi trabajo, estoy conociendo gratis el sabor y las virtudes culturales de chochazos boquinegros latinos con olor a papaya frita, los chochetes blanquirrubios de los países del este con herencia comunista, los deliciosos, pequeñitos y apretaditos chochitos asiáticos con sabor a cereza del monte Fuji o a bayas silvestres del Himalaya, las vulvas abultadas de esos grandes e inimitables coños africanos que huelen a okra y tienen la fuerza del baobab.

            Si, puede pensar que estoy salido y que soy un cerdo. Pero, habiendo dejado a un lado el falso puritanismo que impera en nuestra sociedad y gracias a la corrupción política y a la de tantos representantes de la ley que también se benefician por hacer la vista y la polla gorda, tengo el mejor trabajo del mundo para un hombre de mi edad y solitario. Es inimaginable el número de mujeres, maduras y jovencitas, a las que les gustamos los hombres mayores. Dicen que pueden jugar con nosotros porque nos dejamos hacer lo que ellas quieran y aguantamos más sin corrernos, lo llaman sexo vintage.

            Ayer lo hice por primera vez con una caboverdiana de 22 años, si, su flujo era distinto a todos los conocidos por mi paladar, sabía a azúcar de caña y su vagina calentaba como una taza de cacao recién servida.

            Hay una chinita que me tiene loco, de vez en cuando me da buena caña y atiende, solo por las mañanas, en un piso por Urgel. Ella, como todas las demás que me cepillo, tampoco me cobra. Yo sí que cobro la publicidad. Esta, Yin Yin Shu –todas se llaman Yin algo– dice que está casada con un español que trabaja de taxista, pero que no la cubre lo suficiente.

            En fin, para qué extenderme, tengo prisa y supongo que, también usted, estará ocupado. Yo le he contado con toda franqueza parte de lo que hay y de lo que voy, así que ya sabe lo que puedo ofrecer. Si dado el carácter de su proyecto de consultorio radiofónico entiende que soy merecedor del mismo y quisiera ofrecerme el puesto, aquí me tiene listo a intentarlo. A cambio, no le voy a pedir dinero, si. Tengo suficiente con que en recepción se reparta la publicidad, gratuitamente, de mis clientas favoritas. Y si usted se porta como es debido, o sea, si me hace quedar bien con ellas, tenga por seguro que sabré recomendarle entre las mejores, no soy celoso.

            En espera de su respuesta a esta humilde y justificada petición de vacante, sin ánimo de lucro, se despide atentamente su seguro amigo, cómplice y confesor, prometiendo que el secreto de sus pasiones siempre estará encriptado.


Fdo.: Lorenzo Rodríguez

“Aborto Chipirón”.

 

 

 

A/A: Señor Director del Consejo Administración de “Mil y una noches confinad@s”



Estimado señor Rodríguez:

Sin entrar en justificaciones (siempre de cobardes, me comenta mi jefe) tengo el placer de comunicarle que la plaza de -locutor-coordinador- del Programa “Alma y Carne confinada”, consultorio radiofónico de vida, hábitos y costumbres amorososexuales en ésta Pandemia y sus diferentes confinamientos -quarentenas-, es suyo.

La plaza le ha sido adjudicada, sin votación ante el Consejo de Administración, por F. M. Franco coordinador y accionista mayoritario (51% de las acciones) del Holding: “Mil y una noches”.

En breve nos pondremos en contacto con usted de nuevo para la firma del contrato de colaboración, al parecer desinteresada, ofrecida por usted y aceptado por nosotr@s,

Sin otro particular reciba mi cordial enhorabuena.

 

  • Fdo.:  Amador de las Curvas
  • Responsable de Recursos Humanos
  • - Mil y una Noches S.L. -

martes, 13 de octubre de 2020

"El juego", autora: Hétera


La jornada teletrabajando ha sido agotadora y larga. Este confinamiento intenso que nos envuelve absurdo de distancia. Tú, trabajando abajo, yo haciéndolo al final de la escalera, alargando sin tregua las distancias…


Pero todo cambia, cada día, al acabar la jornada.


Me he duchado y maquillado, como cada noche, me he vestido de esperanza… y bajo la escalera despacito para encontrar la sorpresa que hoy me guardas… Estoy aquí, rodeada de velas, ya me esperabas… y..,


¡Es sabroso, elegante y exquisito el gusto que despliega en la punta de mi lengua, la redondez que depositas en mi boca!


Tus dedos rozan mi mentón y, delicados, toman mi barbilla. Sentada, amarradas mis manos con la seda sutil de tus corbatas, me turba el roce de las tuyas mientras tanto, y me encojo y me estiro estremecida, apoyada en el firme cabecero donde, como alas, pugnan con los brazos por desprenderse del cuerpo, ingrávidas, y alcanzarte.



¡Hoy tú diriges el Juego!.. Ese juego infinito que jugamos antes de reventar frente al deseo, un día cada uno con su invento.


Mis papilas aletean juguetonas, previos los labios, que ávidamente rodean el fruto que me ofreces, y deslíen, grano a grano, la sal de los recuerdos fluyéndose hacia mi garganta, mientras salivo por todos los poros y orificios de mi cuerpo.


Mis piernas, separadas, reciben la caricia del aliento inminente de tu fuerza, arrodillado tú entre ellas, frente a mí, eliges algo nuevo y diferente para arder la locura de mis párpados cubiertos y erizar cada vaso de mi piel con la caricia etérea, apenas leve, que me obliga a juntar las rodillas, penitente, avanzando mi pelvis a tu cuerpo, mientras las yemas de tus palmas perfilan mis pezones, erguidos del destello de tu ser.


La venda, alrededor de mis ojos, recoge la humedad de mi anticipo y se mantiene a duras penas en mis sienes palpitantes, repletas de delirio, mientras me elevo en aullido y succiono el fruto, anhelante, entre tus manos, el licor sabroso fuerte que destila… ¡Durante el Juego!.


¡Me deshago en quejidos y gemidos, deseando gritar mil veces “SÍ”… sin conseguirlo!.


Sigue el fruto en mi boca, duro y firme, tibio, y me invita a morder mientras un suspiro infinito me ahoga por dentro hasta la “muerte”, cuando siento tus dedos en mi vientre, apostar a mayor dentro de mí.., y mis pechos se enlucen, diletantes, del precio que se paga por tenerte, del mundo que te pido en por venir.


Mientras, me vierto en sal de mar irrefrenable, con la caricia, desde la punta de mi lengua hasta la “perla” erguida del centro de mi ser, que como roca en lava se desborda por desearte dentro, más, mucho más adentro, en éxtasis me aloca por eras estelares, senda, arrebato, oleaje, en quimera de tí.


¡Es el Juego..!, y aún apenas me tocas, ese que nos perfila y nos enroca y que nos hace alcanzar la cima cada día, luna blanca, antes de rodar perdidos en el ansia vagabunda de los sueños y del abrazo de la desnudez.


Luego, desfondada, espero el culmen inagotable de la pasión y de la sed, eterna diosa en tu deriva rota, antes de que me empieces a tener.., previa y harta de plenitud barroca…


¡Porque sí, antojo… es salada, madura y delicada… la almendra que deslizas en mi boca!..

 

… Hoy en la radio, tras los datos de la pandemia, han comentado que el sexo y el deseo mejoran las defensas.


Autora.  Hétera

lunes, 12 de octubre de 2020

"La primera noche", autora: Susy Vaquita de San Antonio

 I

Riesgo

Mientras mi rostro dolía me decías "es la máscarilla". Mientras mi culo dolía igual por la sedentariedad a causa del encierro, me agarraste los brazos y los rascaba. Mi pie roto que ha soportado horas en las colas de hospitales públicos se contradecían con mis muslos desequilibrados. Pero me hiciste arder la piel y todo lo que era dolor se hundió con mi alma porque me mostraste a Dios.

¿Y quién será el Dios de tu Dios?

II

El postre de Dios

Tu pene es de Satanás.

Ni todos los ángeles caídos en época de detención

tirando sus dados

y eligiendo los peores pecados

Ni Leviatán

podrían soñar con el aliento de este monumento

No hablo de pasión

No es un tormento

Tampoco la lucha de un movimiento

del bien contra el mal

Es uno de los disfraces de dios

Cuando derramas todo tu amor

dentro de mi

 III

Confinamiento 

Cuando me muera mi corazón se va a convertir en un ser vivo que deambula por el mundo.


Autora: Susy Vaquita de San Antonio.